Uno no debería tomar la palabra sin la idea de inventarse una excusa nueva, sin la voluntad inquebrantable de abrirle un nuevo canal de vida. Mamá, sin embargo, nos había dado su palabra. Esa es de las pocas cosas que puedo recordar de mi infancia. Hay cosas que, cuando estás aprendiendo lo que es la vida, se forjan para siempre en la memoria:
“Mientras yo viva, nunca os dejaré solos”
Mamá ya no está. Las llamadas del hospital siguen un patrón desgarrador. Dicen que no la podemos ver, que el virus ha afectado, más si cabe, a su ya maltrecha memoria.
“Nunca os dejaré solos”
Sin embargo, sus palabras son parte de mi ser. Ella está dentro de mí, yo siempre le daré la vida.